El Camino del Norte nos permite conocer numerosas localidades marineras de la Costa Cantábrica; una de ellas es Tapia de Casariego, con un pequeño y bucólico puerto pesquero. En la foto, la playa Aguileiro, pegada a la localidad. (Foto: Alberto Cabrera)  

Coge si lo necesitas, deja solo si puedes. A veces parece que la utopía pervive en el camino. En unos pocos albergues, como el de Grañón, se mantienen tercos a contracorriente del mundo, dejando la caja de los donativos abierta e invitando a dejar a aquellos que pueden y a tomar a aquellos que lo necesitan. Pocos mantienen una confianza tan revolucionaria en el ser humano. Otros albergues, como el de Roncesvalles, siguen la misma idea, pero no con dinero (muy difícil de gestionar), sino con los productos que olvidan o dejan los peregrinos. (Foto: Alberto Cabrera)

De camino a Triacastela, en plena bajada de la Sierra de Ancares, nos salen al paso una retahíla de pequeñas parroquias en las que parece que el tiempo se detuvo hace siglos. Una de ellas es Viduedo; en la foto, el mojón que nos informa de la distancia que nos separa de la tumba del apóstol. (Foto: Paco Lima)

A 1.330 metros sobre el nivel del mar, la pequeña aldea de O Cebreiro es el lugar habitado de mayor altitud del Camino Francés en Galicia. En invierno las nevadas y ventistas son frecuentes; debemos llevar el equipamiento adecuado y una buena preparación física y mental. (Foto: Paco Lima)

En pleno Parque Natural de la Sierra Norte de Sevilla se emplaza el bonito pueblo de Almadén de la Plata, que cuenta con albergue de peregrinos. La corta bajada desde el Alto del Calvario es por un camino de piedra descompuesta algo incómodo. (Foto: Alberto Cabrera)

Mojón indicativo del Camino del Norte en la playa de La Vega, entre Ribadesella y Colunga. (Foto: Carles Guiral) 

El más importante ascenso del Camino Francés, sin contar la etapa Pirenaica, es precisamente al subida a O Cebreiro, que marca la entrada a Galicia. La belleza del paisaje compensa de sobras el esfuerzo.

Poema sobre el peregrino y la peregrinación a la entrada de Nájera, escrito ya hace una eternidad por un tal E.G.B. Interpela al lector sobre los motivos de su largo viaje. (Foto: Alberto Cabrera)