Se levanta solitaria en medio del campo, en pleno Camino Francés por Aragón, muy cerca de Puente la Reina. Para los peregrinos del Camino Francés su visita supone un pequeño desvío de 3,2 km (en total); el esfuerzo merece la pena, pero el cansancio, y aún más al inicio del camino, persuade a la mayoría de dejar la visita para otra ocasión. En este caso, los ciclistas lo tienen más fácil. La ermita de Santa María de Eunate, de planta octogonal y rodeada por una galería porticada, es una auténtica joya del arte románico de finales del siglo XII.

En la magnífica y solitaria etapa de A Gudiña a Laza pasamos, a mitad de camino, por el pequeño pueblo de Campobecerros, que cuenta con un par de humildes y acogedores bares donde el peregrino puede reposar y alimentar cuerpo y alma.

En una de las más bonitas etapas del Camino Primitivo, la que termina en Berducedo o en La Mesa, pasamos por la aldea de Montefurado, emplazada en el lomo de una sierra, y que cuenta con un solo habitante.

Cinco kilómetros antes de llegar a Astorga pasamos junto al Crucero de Santo Toribio, excelente mirador de la ciudad espiscopal y, más allá, de los Montes de León. Cuenta la leyenda que en este lugar se detuvo Santo Toribio y, mirando su ciudad por última vez, dijo, sucudiéndose las sandalias, "de Astorga, ni el polvo". Más tarde la ciudad lo nombró su patrón.

La mítica subida al O Cebreiro es sin duda el ascenso más importante para los peregrinos del Camino Francés que hayan empezado en territorio español. El desnivel a vencer es de 660 metros en 12 kilómetros; tanto al inicio como al final la pendiente es bastante tendida, pero en el tramo intermedio entre Las Herrerías y Laguna de Castilla hay duros trechos de fuerte pendiente. Afortunadamente el espectacular paisaje y la belleza de las aldeas, en especial la de O Cebreiro, dulcifican la fatiga.