Camino Francés: El goce de las pequeñas cosas
En ocasiones nos gusta entender el Camino de Santiago como si se tratase de una delicada pieza de orfebrería, acaso aquel rosario del que hablaba Arturo Soria Puig. En tan preciado objeto un vándalo, insensible ante la belleza, puede causar grandes desperfectos allí donde sólo ve metales preciosos, prestos para ser fundidos, o gemas con las que traficar en almonedas. Sin embargo, a veces también mana el sentimiento opuesto cuando aparece un artesano, sensible y habilidoso, dispuesto a mejorar la pieza con filigranas, repujados o cabujones.
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